Canto Funeral en el Jardín Japonés (Cuento)

















Ha pasado tiempo sin aparecer por Blogger, pero ahora he vuelto con el siguiente relato, sobre el cual espero sus comentarios.

Esa noche la iba a matar. No hay derecho que haya seres como ella que sólo aportan belleza al mundo, sin tener ninguna responsabilidad por su existencia, mientras que a sólo dos cuadras el borracho que hurga en la basura por la noche pase las tardes sentado en la vereda, mostrando su pierna derecha, la que tiene la úlcera diabética purulenta, de color morado y cubierta de costras blanquecinas, de modo que los peatones le pasen monedas para el vino en caja del que se alimenta. No era posible que cada día los visitantes se olvidaran de todo lo demás y se maravillaran de su color, de su gracilidad al desplazarse, de su casi ingrávida manera de ir de un lugar a otro, de su perfecta armonía con el entorno, como si hubiera formado siempre parte del jardín, de la fuente de agua, y del molino de madera, que sin su presencia no parecían tener significado. Y eso sin mencionar que por las noches el parque que estaba al frente de donde vivía la desgraciada se llenaba de putas chicas, cabritas que tenían entre 12 y 15 años, subiendo y bajando a cada rato de los autos que rondaban por ahí, y nadie hablaba de eso. Claro, como los infelices sólo tenían ojos para ella, para verla acicalarse a cada rato. No, esa noche la iba a matar no más, y que se fueran a la cresta todos los huevones que iban por allá, a ver si cuando la encontraran muerta se daban cuenta de la mierda que los rodeaba. Sólo tenía que esconderse entre los arbustos que estaban en la parte alta del jardín, esperar a que el jardinero municipal terminara su ronda, y se alejara montado en la cortadora de pasto. Después que el sonido del motor se desvaneció, esperó otra media hora hasta que las luces de la casa en el cerro vecino al jardín iluminaran tenuemente el prado. “Tiene que estar cerca”, pensaba, mientras salía de su escondite y caminaba sigilosamente hacia el estanque. Recordó que ella siempre estaba cerca del agua. “Tengo que evitar que cante, porque la pueden escuchar de la casa”. Habiendo previsto tal situación, se había hecho de una bolsa de plástico para cubrirle la cabeza y asfixiarla, mientras en la otra mano llevaba el cuchillo de doble hoja para atravesarle el corazón y las tripas. Al doblar por detrás del molino, la vio. Estaba tendida de lado sobre el césped, arreglándose el traje blanco. “Mejor que no esté en el agua”, se dijo. Cuando estuvo a su lado, la admiró durante unos instantes. Luego, con un rápido movimiento, le cubrió el cuello con la bolsa, se arrojó encima del cuerpo que se movía frenéticamente, y empezó a enterrar una y otra vez la hoja, hasta completar más de 25 estocadas. Dejó el cadáver cubierto de sangre sobre el césped, saltó la reja de entrada, y mientras se alejaba por la alameda, concluyó que también era mentira lo que había leído sobre la muerte de ellos, ya que la hembra de cisne de cuello negro que vivía en el jardín japonés, y que acababa de matar, no emitió durante su agonía el canto fúnebre que lanzan las de su especie cuando van a morir.


Santiago, Febrero 2008

Comentarios

Anónimo dijo…
Te pasaste Fidel!!! La cagaste, me quedé helado con la historia, y el final es de antología!!!
Chuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!!!

(Que buena historia, estoy feliz de que hayas vuelto a escribir....)

Conversamos later
Felicitaciones again!!!
Carlos
Unknown dijo…
Mi muy querido y extrañado amigo:

Como siempre la genialidad de sus relatos brilla, eso si cada vez que se nos digna a aparecer, je,je,je,je.

De hace rato que te había perdido la pista. Mucha pega??? Como anda la vida por allá?

Espero encontrarte conectado un dia sábado. Charlamos ;)

Un abrazo...
Es un relato duro como dura es la diferencia que hay entre unas vidas y otras, pero el mundo es y será siempre así.
Gracias por la invitación a tu blog, ya ves que jamás rechazo invitación alguna y a veces hasta tengo suerte y encuentro un blog interesante. Este es el caso. Muy interesante tu blog, sí señor.
Volveré.
Anónimo dijo…
No sé por qué, pero desde el principio (tal vez por el título) me pareció previsible el final.
Rescato el impecable lenguaje, muy poético.
Unknown dijo…
Gracias por tu comentario. De hecho mis relatos son más que nada ejercicios de estilo con el lenguaje, ya que me dedico sobre todo a la poesía. En la portada hay un link, "Mi Otro Yo", donde puedes leer parte de mis escritos poéticos. Saludos.
Profe, hasta que encontre su blog, me gusto este cuento en especial, aunque debo reconocer algo de cortazar en el, solo algo y me gustó, eso si aún no reviso las poesias. De vez en cuando pasare de nuevo a leer.

Wladimir Jiménez
Vivianne dijo…
Me atrapó de principio a fin, de un tirón lo devoré, escelentemente bien delineado se nota la buena pluma, mis saludos, seguiré por aquí!!!

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