Adopta Un Cartonero

Tengo una amiga periodista muy querida, que alguna vez me dijo que no le pidiera mucho a la tele. Me dijo, entre otras cosas, que la TV es fundamentalmente entretención, y que las otras dos misiones que tiene por ley, a saber, educar e informar, ocupan un lugar menos que secundario en la parrilla programática, o están sencillamente ausentes. Me acordé de esta conversación hoy, después de haber visto el primer capítulo de "Adopta Un Famoso", de TVN, en el cual una de nuestras celebridades criollas, Raquel Argandoña, va a vivir durante unos días con una familia de cartoneros. Leyendo los comentarios en twitter, llego a la conclusión que el programa fue un éxito de sintonía, que Raquel es vista con otros ojos después de demostrar que en el fondo es tan humana como cualquiera, y que el programa ha hecho a muchos darse cuenta de una realidad que hasta ese momento no habían visto, y hay felicitaciones a los productores del programa por el rating que han alcanzado. En resumen, un gol de media cancha.
Sin embargo, no estoy seguro si este aparente éxito tiene alguna consecuencia en la realidad. ¿Necesitamos de un programa como éste para darnos cuenta que hay gente que vive de recoger cartones, y que se apelotona en piezas de 3 por cuatro hechas de lata? ¿O es que la tele, una vez más, con el pretexto de hacer una labor social, se solaza en incentivar la morbosidad de la audiencia, disfrazando la humillación gratuita que se hace de la pobreza de miles de nuestros compatriotas? Si hay gente que necesita un docurreality para darse cuenta que Chile es un país desigual, quiere decir que tenemos un problema serio. O significa que hasta ahora hemos escondido la basura debajo de la alfombra, nos hemos hecho los lesos, y hemos tenido la política del avestruz, todas las anteriores.
No creo que ver el contraste entre una persona con dinero y otra que se gana las lucas hurgando en la basura haga que seamos más solidarios como país. Tengo la sospecha de que programas como "Adopta Un Famoso" sólo sirven para que nos conmiseremos hipócritamente de la mala suerte de otros, escribamos posts en Facebook y enviemos twitts sobre la desigualdad que mágicamente nos muestra la tele, personificada en un "rostro" que supuestamente es más solidaria de lo que pensábamos. Todo bien, entonces. La tele cumple su labor de bien público, la imagen de una celebridad queda por las nubes, y durante una hora, nos viene un ataque de  empatía. Mañana por la noche, pasaremos por Huérfanos con San Antonio, veremos a familias completas recolectando cartones y papeles de los contenedores de basura en la esquina, que contienen restos tan variados como completos a medio terminar, pizzas a medio mascar, y hasta animales muertos, y haremos lo de siempre: apuraremos el paso y arriscaremos la nariz por culpa del olor a podrido, y llegaremos a nuestras casas donde nos espera comida caliente, piezas amplias y modernas, y nos sentaremos en nuestro cómodo sofá a ver la tele, que nos dará una lección sobre la miseria que hasta ahora no habíamos visto. Como dice Oscar Andrade en "Noticiero Crónico":

por un gol a cero se ha vencido
al alza del pan y otras medidas
que incrementarán el desarrollo
de una creciente economía
que eficaz! Mmmmh! Ejemplar!
Y ahora, ¡un mensaje de nuestros auspiciadores!




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